APROBADO
Luces y sombras del año de Racing que tuvo varios matices.
El 2022 terminó con una sonrisa para la Academia, quien a lo largo del año tuvo que dar varias batallas. Fernando Gago había iniciado su proceso en la última etapa del 2021, y se abría una incógnita para este año, dado que ahora él mismo iba a ser quien le diera forma a su proyecto, desde el juego, los nombres, trabajos físicos y demás.
En el primer semestre debió afrontar tres competencias a la vez, la Copa de la Liga, dos partidos de Copa Argentina y la fase de grupos de la Copa Sudamericana, la que quizás se veía como uno de los objetivos principales de la temporada. En el primer certamen de los antes mencionados, Racing luego de dos empates que ya lo ponían a Gago en la mira, derrotó de manera categórica a Argentinos Juniors, y empató ante River 2-2 en el Monumental luego de estar 2-0 abajo, lo que pareció repentinamente darle oxígeno al proyecto.
No todo terminó ahí, después vinieron los famosos 10 triunfos consecutivos entre las distintas competencias, que lo colocaba a Racing de a poco como uno de los candidatos, el clima positivo se sentía en el Cilindro cada vez que daban las formaciones, cuando calentaba el equipo en el campo de juego, en el momento en el que salían a la cancha y demás.
El entrenador había logrado a esa altura desplegar un juego ofensivo (realmente sin importar en cual cancha se jugara, porque no modificaba nunca el estilo), que caía muy bien en mucha gente, porque principalmente, se conseguían resultados, el alimento principal para la continuidad de cualquier proyecto.
Para mayo, la Academia lideraba su zona en la Copa de la Liga, había vencido como local a Melgar de Perú en un partido clave para definir quien clasificaba en la última fecha (con un empate de local se pasaba de ronda), y en la Copa Argentina, había dejado atrás Gimnasia y Tiro de Salta sin problemas (con la mancha de la lesión de Mauricio Martínez), lo que avizoraba un alentador futuro al menos a corto plazo.
Pero esto es fútbol, nunca hay que olvidarse, y en todos estos certámenes del semestre, el sistema dice que un solo partido te deja afuera. En la Copa de la Liga la Academia derrotó en cuartos de final en Avellaneda 5-0 a Aldosivi sin problemas, y la próxima parada era Boca, en Lanús, en cancha neutral. El propio Boca sabía que Racing llegaba mejor, tal es así, que lo respetó desde el inicio del encuentro, con la única intención de soportar los continuos embates de su rival, si se podía crear un contra, o en su defecto ir a los penales, donde si llegaba a esa instancia, el favoritismo cambiaba de manos. Racing estuvo errático esa tarde, lo que le permitió al Xeneize cumplir uno de sus objetivos y luego quedarse con la clasificación, ¿Fue la final anticipada? Quizás, cuando uno ve que luego Boca apabulló a Tigre puede pensar así.
Fue un duro golpe para todo el grupo, había muchísima ilusión de quedarse con el título, y se contaba con elementos de sobra que hacían pensar que el objetivo era más que cumplible, pero como dije antes esto es fútbol, por eso es tan atrayente (aunque esta vez lo impredecible del resultado nos jugó una mala pasada). En resumen, Racing se quedó en semifinales eliminado por penales, y se retiró invicto del torneo en 16 partidos jugados.
Había que dar rápido vuelta la página y pensar en asegurar la clasificación en la Copa Sudamericana, donde debíamos enfrentar a un River (este nombre volvió a ser un verdadero karma este año) de Montevideo ya eliminado, y bastaba solamente con empatar. Revisemos la previa, el elenco de Gago había perdido un solo partido en lo que iba del 2022 (en Arequipa a 2400 metros de altura), jugaba de local contra un equipo ya eliminado, necesitaba solamente empatar… Ni el más optimista de los hinchas del cuadro uruguayo imaginaría en ganar. Así como pienso que la eliminación ante Boca fue moralmente (que se entienda, porque nos ganaron en buena ley) injusta, la derrota 0-1 ante River de Montevideo, NO TIENE JUSTIFICACIÓN ALGUNA, como digo una cosa, digo la otra.
A partir de acá, se empezó a cuestionar (de manera dividida) la forma y el estilo de nuestro entrenador, porque teníamos problemas en los partidos claves. Esto se agravó de manera grotesca cuando después, Agropecuario de Carlos Casares, nos eliminó en Jujuy 2-1 de la Copa Argentina luego de estar arriba en el marcador, el proyecto de Gago entró en una tormenta feroz, donde parecía en algunos momentos que se lo llevaba puesto.
Con el respaldo desde la dirigencia, Gago continuó con su proyecto, en un clima espeso, y mirando un segundo semestre donde a priori, se debía disputar un solo certamen, el torneo era en teoría (no se sabía de la clasificación al Trofeo de campeones), lo único que nos quedaba, y por ende, se debía ir si o si por el objetivo máximo. Ningún entrenador podría prometer salir campeón, porque no tiene la certeza de lograr el objetivo, sí puede prometer a la gente ir en busca de ese objetivo (la grandeza de Racing obliga a estar arriba), pero cuando le preguntaban al entrenador sobre el objetivo, contestaba: “Estamos para competir”, frase que tiene muchísimas interpretaciones si no se aclara a que se refiere exactamente. Esa “pavada” (las comillas son porque no considero que sea así), también fue blanco de críticas, porque el hincha con toda la razón del mundo, necesitaba el pleno convencimiento de quien dirige el barco, de ubicar a Racing donde tiene que estar.
En un campeonato colmado de equipos irregulares (Racing lo fue también, aunque en menor medida que muchos otros), la Academia se ubicaba entre los puestos de vanguardia, hasta que llegó aquella conferencia de prensa en la que Gago dijo que la intención era la de pelear el certamen (puede que desde un principio no lo haya hecho para no cargarse de presión, pero hoy dirige a Racing, la presión existe siempre).
La definición del certamen ya la conocemos, pero traigo a colación que Racing se volvió a quedar con la sensación de: “Otra vez faltaron cinco para el peso”, lo que volvía a abrir algunas heridas, agravado por la manera…
El subcampeonato más allá de la frustración de la última fecha, habla de un Racing protagonista nuevamente, y encima le daba la chance extra del Trofeo de campeones, a donde se llegaba con la obligación de ganarlo, más allá de que se sabe que los rivales también juegan, lo cierto es que ser eliminados ante Tigre, o perder la final ante Boca, hubiese traído problemas de suma gravedad pensando en el futuro, pero por suerte esta vez, completamos el peso, y se ganó una verdadera batalla en Villa Mercedes, para que la gente vuelva a creer en el proyecto de Fernando Gago y compañía.
A la hora de hacer el balance, hay que decir que Racing fue el equipo que más puntos cosechó a lo largo del año, clasificó de manera holgada a la próxima Copa Libertadores (recuerden que en el 2021 se llegó en la última fecha a la Sudamericana), se conquistó el Trofeo de campeones (ganándole a Boca en la final), se llegó a semifinales a la Copa de la Liga (se retiró invicto en 16 fechas), quizás se aprendió a jugar partidos decisivos (se verá en el futuro próximo), tenemos una identidad de juego (se comparta o no), existe un equipo que sale a ganar en todos lados (y de verdad, muchos entrenadores dicen esto y en la práctica uno ve que no es tan así, además en el 2021 tuvimos a un Racing que le costaba horrores llegar al arco rival), como así también están presentes las eliminaciones de la Copa Sudamericana (de manera insólita), y de la Copa Argentina (sorpresiva).
Gago se ganó el derecho de que crean en su proyecto, ya que nunca renunció a sus principios, mejoró algunas falencias visibles del primer semestre, y logró de un año al otro, que Racing esté entre los dos mejores elencos del país, después de un 2021 en el que se navegó en la mediocridad. Ahora lo espera un 2023 mucho más exigente, en el que tendrá que elegir bien los nombres en el mercado de pases, hacer la limpieza necesaria, reemplazar a Emiliano Vecchio y Lolo Miranda de manera efectiva, ya que (y por suerte), se enfrentará a los mejores equipos del continente.
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