"EN EL MOMENTO, NO TOMÁS DIMENSIÓN DE LO QUE HICISTE"

OMAR CATALÁN HABLÓ EN EXCLUSIVA CON LA NÚMERO UNO, Y A 32 AÑOS DE LA CONQUISTA DE LA SUPERCOPA, RECORDÓ ESA NOCHE GLORIOSA Y SU PASADO POR EL CLUB.

Quien no recuerda ese gol histórico de Omar Catalán en Belo Horizonte, aquella noche del 18 de junio de 1988, jornada en la que la Academia se adjudicaba un nuevo trofeo internacional en su vitrina tras igualar 1-1 en la revancha frente al Cruzeiro, de la mano del Coco Basile y su equipo que marcó una época.

Omar hoy vive en la localidad de Caseros junto a su mujer, ambos imposibilitados de viajar en estos momentos a San Miguel del Monte, donde se encuentra el instituto bíblico “Palabra de vida”, al que en tiempos normales acudían con mucha frecuencia para realizar las actividades correspondientes. “Un amigo me llevó un día a San Miguel del Monte, a un lugar llamado Palabra de vida, que es un instituto bíblico. Al final de la reunión alguien se levantó abrió la biblia y habló de Jesucristo como nunca había escuchado antes, y me fui de ahí sin saber que hacer con Jesucristo, pero pensé en que ahí estaban buscando algo bueno para mí, yo venía buscando a Dios desde hacía muchos años. Empecé después a ir a las reuniones, hasta que el 7 de septiempbre de 1992, entendí lo que tenía que hacer con Jesucristo, entendí que era un pecador, que estaba perdido, que mi pecado me separaba de Dios y me mandaba al infierno. Yo me consideraba una buena persona, pero no podía negar que tenía pecados, que es la peor enfermedad humana. Fue esa noche cuando lo recibí a Cristo en mi corazón”, contó Omar respecto a sus inicios en ese ámbito.

En cuanto a como comenzó su carrera de futbolista, expresó: “A los 16 años mi viejo me motivó para probarme en Almagro, yo había estado en Tigre pero me quedaba muy lejos. Me probé, quedé, pero cuando le dije la categoría que era (porque yo era muy chiquito de físico), pensando que yo era más chico de edad, me dejaron afuera. Un conocido que estaba en la Comisión de fútbol de Almagro hizo un escándalo, él me conocía, y gracias a ese muchacho me terminaron fichando, casi de prepo jaja. Yo empecé jugando de defensor, pero de chiquito me gustaba jugar de delantero. Debuté en la Primera de Almagro el 8 de marzo de 1980, contra Chacarita, jugaban el Pichi Escudero y el arquero Perico Pérez en ese equipo. La cancha estaba llena, entré faltando diez minutos, yo estaba super nervioso”, recordó.

Catalán pasó de Almagro a Quilmes, y desde el Cercecero arribó a la Academia a mediados de 1987. “Yo estaba en Quilmes. En enero empezamos a hacer la pretemporada para la segunda parte del torneo, y el muchacho de la confitería me dijo que la temporada siguiente iba a jugar en Racing, porque me estaban mirando desde ahí. Me quedó dando vueltas eso en la cabeza, yo sabía que tenía que concentrarme porque de lo contrario no iba a rendir en Quilmes y mucho menos jugar en Racing. Gracias a Dios manejé el tema en mi cabeza, y pude concentrarme. Tuve una temporada hermosa en Quilmes, y al año siguiente me encuentro con este muchacho en la platea, y me dijo, viste que ibas a jugar en Racing. Ese año llegué junto al Toti Iglesisas y José Iantorno, quien venía de J.J. Urquiza. Yo no tenía mucha noción de como estaba Racing, para mí era un mundo nuevo, era cumplir un sueño. Me enteraba más que nada de lo que escuchaba, los problemas que habían pasado, algunos problemas para arreglar los contratos, no más que eso”.

Asimismo, se refirió a lo que fue su adaptación a una nueva categoría. “La adaptación de Quilmes a Racing me costó, cada cambio de categoría cuesta. El juego, es más rápido, en el ascenso se juega un poco más largo, en Primera División se ocupan espacios, yo agarraba la pelota, levantaba la cabeza y estaban todos los huecos tapados. La potencia era otra, en el ascenso yo le ganaba a todos, y en Primera me costaba más. Yo los miraba a Medina Bello y a Wálter Fernández, para ver como hacían para agarrar la pelota. Ahí entendí que tenía que tirarme atrás para agarrarla”.

Sobre el Coco Basile expresó: “Para mí fue un tipazo, además de un gran técnico. Lo mismo que ves del Coco delante de un micrófono, es así en el vestuario, tiene una sola cara. Tiene una personalidad bárbara, imponía respeto, eso no lo hacía un dictador, era además muy claro en los conceptos, las charlas duraban entre 10 y 15 minutos, un motivador”, y sobre el plantel añadió: “Para muchos fue el último gran equipo de Racing, el del 2014 también fue un muy buen equipo, pero creo que el nuestro en equilibrio y en categoría era tremendo. En Racing debuté el 25 de octubre del ’87 contra Argentinos Juniors en Avellaneda, empatamos 2-2. En el entretiempo perdíamos 2-1, y en el vestuario el Coco me dijo que caliente, sacó a Vázquez, me puso a mí, formó línea de tres, empatamos de penal, y yo me perdí el tercero, que se fue al lado del palo”. Ya hablando de la Supercopa del ’88, recordó: “El primer rival en la Supercopa fue el Santos, con lo que eso significa. Fue mi primer partido internacional, ganamos muy bien en cancha de Racing (2-0), y allá en Brasil fue un partido atípico porque se largó una lluvia tremenda, jugamos prácticamente en el agua, y empatamos 0-0”.

Luego de eliminar al elenco paulista, tocó el Millonario en semifinales. “En el mundo del fútbol se hacen pronósticos de antemano, River tenía un plantel impresionante, y a priori era el candidato, pero no para nosotros. Sabíamos que era difícil pero estábamos confiados, el respaldo del Coco (Basile) era muy importante. En River estaban Pumpido, Ruggeri, Nelson Gutiérrez, Corti, Caniggia, Alzamendi, el Polilla Da Silva, Troglio, el Negro Palma. El tema era que Caniggia no levante vuelo, en cancha de Racing corrí 20 metros para pegarle una patada, lo agarramos entre tres en la mitad de la cancha, Fabbri, Acuña y yo. Se nos escapó una vez en River, ocasionó el penal y casi quedamos afuera. En Racing empezamos perdiendo 0-1, lo dimos vuelta y ganamos bien 2-1. En cancha de ellos estábamos jugando mejor nosotros, y vino el penal para River, se pusieron 1-0 (clasificaba River por el gol de visitante), y el Pato se atajó la vida después del gol. Después empató Fabbri sobre la hora, fue algo increíble. En lo emocional fue tremendo, la gente de Racing revolcándose por las tribunas, nunca vi nada igual. Fue casi a los 46’, se me eriza la piel de contarlo, porque desde adentro de la cancha se ven las cosas, diez minutos antes la gente estaba nerviosa, cuando hicimos el gol y lo abrazábamos a Fabbri, mirábamos la tribuna y la gente se revolcaba por los escalones, es algo impagable. Nunca lloré tanto en mi vida. Cuando terminó el partido se iban los jugadores para el banco de Racing, y yo iba para el otro lado, estaba shockeado de la emoción. En la mitad de la cancha me encontré con Olarán, que me dijo Cata!, nos abrazamos y me puse a llorar. Pensaba que estuvimos cerca de quedar afuera y me volvía a poner a llorar, y así lloré hasta el vestuario. Me iba a bañar, me agarró Basile, me abrazó, y me puse a llorar otra vez. Llore pibe llore, que los hombres también lloran me dijo el Coco”.

Luego llegó el turno del Cruzeiro. “En la primera final contra Cruzeiro en lo personal jugué mal, un partido difícil, feo, trabado, nos hicieron un gol, se puso complicado. Después me hicieron el penal casi al final del primer tiempo, empató Wálter Fernández. Cruzeiro era favorito en la previa, ganamos en el final, a lo Racing, 2-1, pero era una diferencia escasa para la revancha”.

Después tuvo su párrafo para describir el histórico gol de esa noche en Brasil. “Siempre me dio la impresión que Costas no le pegó bien a la pelota, porque no se levantó, le cayó a Walter Fernández, ubicado como un nueve retrasado, y él siempre me dice que no me vio, lo único que cuando giré, escuché el grito y tiré la pelota al hueco donde gritaste me dijo. Me puso el pase, rebotó en Ademir, yo le gané con la punta del botín a mi marcador, me pegó en el pecho la pelota, y cuando quedé mano a mano con el arquero, levanté la cabeza, vi tres posibilidades, y por suerte elegí la correcta. Podía tocarla por arriba con derecha, pero me pareció que el arquero estaba muy encima. Cuando vi que entraba fue una locura, me fui a gritarlo antes que entre, como goleador lo único que querés es ver en cada partido la pelota adentro del arco: En ese momento no tenés noción de la trascendencia que eso pueda tener, porque además tenés que seguir jugando el partido”.

Ya campeón, reveló algunas acciones post partido. “Luego que nos entregaron la Copa, nos abrieron los grifos de la cancha para que nos vayamos. Me estaba haciendo una nota Macaya Márquez para Radio Rivadavia, nos abrieron los grifos y le dije a Macaya que me iba a festejar. En el vestuario también festejamos, pero la locura fue en Ezeiza. Llegamos seis y media de la mañana, el día siguiente, hacía mucho frío, la gente había copado Ezeiza, había muchos periodistas sacando fotos, radio, televisión. Luego se me acercó un hombre y me dijo:¡¿ Pibe que hiciste?!, yo no entendía nada. Después me agarró de los hombros y me dijo que no solamente había hecho el gol de la final, sino que había entrado en la historia de Racing”.

Finalizada la temporada 87/88, Catalán no siguió en el club y se fue a jugar a Deportivo Armenio, en Primera División aquel momento. “Fue un error de quien manejaba mi pase, yo tenía todo arreglado con Racing, antes de la semifinal contra River, en un partido con Central que empatamos 1-1, los dirigentes me dijeron que querían que me quede, y en broma me dijeron que no hiciera muchos goles esa tarde porque valdría mucha plata. Mi pase en ese entonces valía 70 mil dólares, hoy te sale eso por mes un jugador de Primera. El Coco Basile me dijo que arreglara mi situación, porque junto al Panadero querían que me quede, pero mi representante fue quien no acordó”.

No hace mucho tiempo, el ex delantero fue agasajado en España por la filial de Racing de ese país. “La gente de la filial de Racing en España me invitaron a un evento allá, me pagaron el pasaje, hotel, me trataron muy bien, me honraron. Fue increíble, gracias era poco decir, te quedás corto”.

Por último, expresó el significado de Racing en su vida. “Racing es un club muy especial, como hinchada no vi nada igual, Racing llenó dos canchas y estaba quebrado, no lo hizo Boca, no lo hizo River. Que te inviten desde España, yo les dije a los chicos allá que esto no lo hacían Boca, River ni Independiente. Racing me dio la oportunidad de jugar en el fútbol grande, algo impagable de jugar en todas las canchas del fútbol argentino, con los mejores jugadores del fútbol argentino. Contra River campeón del mundo ‘86, contra el Independiente campeón del mundo del ’84, jugar torneos de verano, cosas que jugadores de ascenso solamente veíamos por televisión. Es el sueño cumplido, es el techo de mi carrera, el motivo de ésta y muchas otras charlas, es el cariño de la gente que todavía me piden aceptar en redes sociales”.

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